La nueva época

Me complace mucho poder decir que soy de esa generación que vivió el cambio a la era de la información de una manera consciente. Es decir, cuando niña y adolescente,  aún no existía el uso masivo de Internet y todas las herramientas tecnológicas que apoyan a nuestra vida actual para informarnos y comunicarnos con mayor facilidad. Fue hasta hace alrededor de cinco años que comencé a utilizar las redes sociales y el Internet de manera paulatina, hasta que ahora se ha convertido en mi cotidianidad y, me confieso, no sé qué haría sin ello ahora.

Mucho se dice en contra del uso de internet, celulares inteligentes y redes sociales. Podemos ver niñ@s de dos años utilizando tabletas fácilmente. Adolescentes que exponen su vida por redes sociales,  y se exponen a diferentes delitos; que tienen tanto acceso a la información, pero no saben diferenciar  lo positivo de lo negativo. Jóvenes que viven más en una realidad virtual, porque, a fin de cuentas, también es una realidad. Y se enamoran por Internet y viajan por Internet, y conocen y forman su personalidad, sí, a través de Internet. Adultos que son marginados por sus pocos conocimientos sobre el uso de estas tecnologías, tanto en aspectos laborales, como sociales.

Pero también hay una parte positiva en todo esto. He encontrado y compartido experiencias con viajeros de todo el mundo a través de redes sociales, tengo acceso a la información que, en la época pasada, me hubiera costado grandes cantidades de dinero y esfuerzo. He tenido la oportunidad de estudiar, de reencontrar personas. Al contrario de lo que muchos puedan opinar, creo firmemente que la tecnología me acerca más a la gente que, por situación geográfica, de otra manera no sabría nunca de ellos. Me acerca, de igual manera, a la gente que tengo cerca físicamente, al acordar reuniones y compartir ideas de una manera constante. He visto a jóvenes, indígenas, por ejemplo, en lugares lejanos estudiar a través de una computadora, luchar por sus derechos, pedir ayuda.

El problema, si existe alguno, no es el desarrollo de la tecnología, sino la poca educación sobre su uso, que ciertamente podría ser desmesurado, así como la poca apropiación que de ellas tenemos. El uso de toda tecnología podría resultar peligroso, en dependencia de los fines que le demos.


En ocasiones observo a mis sobrinas pequeñas jugar con sus aparatos electrónicos; me da tristeza, siento que no disfrutan, como yo lo hice alguna vez, de su niñez, pero me equivoco, lo que sucede es que ya no es la misma realidad. Tuve una gran ventaja, pertenecer, felizmente, a dos diferentes épocas. 

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