Ecuador



Creo que pocos turistas mexicanos se podrían encontrar en Ecuador. Tal vez mala idea se tiene sobre lo que puede ofrecer en atractivos turísticos y sobre su gente.

Este no fue un viaje tan planeado, ni un destino soñado, fue más bien el deseo de intentar algo, la búsqueda de algo... Emocionalmente fue un viaje cansado, un viaje en silencio, que me enseñó, sobre todo, cuánto podemos dar por una persona a la que queremos; pero esa es otra historia.

Ecuador tiene mucho que ofrecer, pero a mi lo que más me gustó fueron sus paisajes naturales. Selva, bosque, lagos, ríos, volcanes. A pesar de ser mucho más pequeño que México, tiene tanto para ver que necestaría mucho tiempo para explorarlo en su totalidad. Hacer rafting en el Amazonas, descender al crater de un volcán que ahora es laguna, bañarme en sus aguas termales, son algunas de las cosas que nunca voy a olvidar de esa visita.

Los ecuatorianos me pareceron callados, no conocí en realidad a muchos, sólo tuve la oportunidad de platicar con un chofer quien me contaba la forma de vida del ecuatoriano que él conoce, los cambios políticos que han mejorado muchísimo el crecimiento en el país. Por lo poco que pude aprender me di cuenta de la importancia de tener un buen gobernante y sobre todo que el pueblo crea en él, pero no a ciegas, sino por lo que va demostrando eventualmente.

Gran cantidad de población indígena posee Ecuador. Sus trajes tan elegantes. Tal vez sean poco respetadas sus tradiciones como en el resto de América, se les ve mucho en las grandes ciudades trabajando, pero en la sierra, en la selva, aún se respetan la mayoría de sus espacios. Pero sobre todo pude ver, aunque poco, que se respetan a sí mismos y se valoran como poseedores de una cultura ancestral y diferente.

¿Que si volvería a Ecuador? Tal vez, pero no pronto, quisiera explorar otros lugares.

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